José María Bermúdez de Castro participa en el aula de verano Ortega y Gasset de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP)


Septiembre 2017

José María Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y coordinador del programa de Paleobiología de Homínidos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha participado en agosto pasado en la XVII edición del Aula de Verano Ortega y Gasset, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), que reúne cada año a los 100 mejores expedientes académicos de Bachillerato de toda España.

En sus charlas, Bermúdez de Castro ha reflexionado sobre la evolución del cerebro humano en el Pleistoceno y el Holoceno. Entre otras cosas, destacó que “el tamaño del cerebro no es consecuencia de un mayor tiempo de desarrollo, sino de un gran número de células madre y una tasa de crecimiento fetal y posnatal muy rápidos”. Señaló que nuestro cerebro “crece durante la gestación y los primeros años de vida, y que a la edad de siete años adquiere el tamaño que tendrá en la edad adulta, algo que también ocurre con los chimpancés”. Por otro lado, también indicó que “el cerebro es un órgano tremendamente caro” ya que “solo en reposo consume el 20% de toda la energía de nuestro metabolismo basal”. A su juicio, “un cerebro más grande de lo que tenemos ahora no sería operativo”, y en esta línea indicó que “siempre se ha pensado que la inteligencia está directamente relacionada con el tamaño del cerebro, pero en realidad la inteligencia es una mera cuestión de velocidad en el procesamiento de la información”. En su opinión, de nada sirve tener un cerebro muy grande, si a la hora de pensar o de tomar una decisión somos lentos. Asimismo, explicó que el cerebro humano sufre una reorganización entre los 12 y los 25 años, que a partir de los veinte empezamos a desarrollar capacidades como la de planificar y que entre los 25 y 35 años es cuando el cerebro está al cien por cien. En este sentido, ha indicado que es un gravísimo error que los científicos comiencen su etapa laboral con 35 años, ya que debería producirse mucho antes, “cuando nuestro cerebro está en las mejores condiciones”. Por último, explicó que lo más importante del cerebro humano es su capacidad para “socializar el conocimiento y mejorar su transmisión, lo fundamental de nuestra inteligencia es la conectividad e interacción”. Sin esa sociabilidad volveríamos a la prehistoria, según señaló Bermúdez de Castro.