En el año 2004, un grupo de investigadores encabezados por los miembros del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) Ignacio Martínez, Rolf Quam, Carlos Lorenzo y Juan Luis Arsuaga, y por los profesores de la Universidad de Alcalá, Manuel Rosa y Pilar Jarabo, publicaron los resultados de una novedosa manera de abordar la cuestión del origen del lenguaje humano a través del estudio de sus capacidades auditivas. Los resultados del trabajo mostraban que la audición de los humanos de la Sima de los Huesos era muy similar a la de los humanos actuales y claramente distinta de la de los chimpancés, lo que se ha interpretado como una evidencia sólida de que aquellos pretéritos humanos ya hablaban. Apenas un año después, se desplazaron a Sudáfrica para comenzar, apoyándose en el mismo método, el estudio de la audición de ejemplares de las especies Paranthropus robustus y Australopithecus africanus, en búsqueda del origen evolutivo de las capacidades auditivas humanas.
La técnica, que requiere la realización de cientos de tomografías axiales computarizadas y su posterior tratamiento informático, es sumamente laboriosa, y ha sido necesario mucho tiempo para reunir una razonable colección comparativa que incluyera humanos y chimpancés. El trabajo ha merecido la pena y acaba de ser publicado en la nueva revista Science Advances. Los resultados obtenidos muestran que los homínidos estudiados tenían unas capacidades auditivas casi idénticas a las de los chimpancés, de los que solo se distinguían por una diferencia sutil en su mejor percepción de las frecuencias intermedias (en torno a 3 kilohercios). Esa diferencia los aproxima al patrón auditivo humano y se relaciona con las características acústicas del hábitat en el que vivían, menos arbolado que el bosque que sirve de morada a los chimpancés.