El cráneo de Cueva Fantasma


Detrás del descubrimiento del resto humano de la Cueva Fantasma hay una nueva línea de trabajo de campo para el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA). La cavidad de Cueva Fantasma era conocida por el EIA, pero era apenas visible en la esquina noroeste de la cantera, que estaba repleta de bloques de roca de caliza amontonados.

La limpieza de la cantera de Fantasma ocupó dos campañas de excavación. A medida que la cantera se limpiaba de cascotes calizos, empezó a ser visible los límites del conducto. A finales de la campaña del año 2016, las investigadoras Ana Isabel Ortega y Raquel Pérez midieron la elevación sobre el nivel del mar del techo de la cavidad, que resultó ser la misma que la de Cueva Mayor. Así, la Cueva Fantasma pudo ponerse en relación con el resto de los que componen el sistema kárstico de la sierra de Atapuerca.

Fósiles en la vieja cantera

La mayor parte de los fósiles de la Cueva Fantasma fueron recogidos entre los sedimentos con cascotes de caliza de la cantera. A medida que la retroexcavadora recogía los derrubios, se vigilaba hasta dónde llegaba la pala de limpieza. Así se evitaba afectar sedimentos con fósiles del relleno original de la cavidad. Durante una de estas operaciones, en el contacto entre los cascotes de la cantera y los sedimentos de la cueva, apareció el cráneo de la Cueva Fantasma.

La pieza no presenta rotura por la pala de la máquina. Recuerdo que el maquinista me gritó: “¡mira, un coco!”. Lo recogí y lo puse dentro de la bolsa con el resto de fósiles que habían sido recogidos ese día. Cuando llegué por la tarde a la residencia Gil de Siloé, la investigadora del IPHES, Palmira Saladié, nada más ver el fósil dentro de la bolsa, me dijo que era humano.

Este descubrimiento ocurría a finales de la campaña de 2016. En los meses posteriores a la excavación de julio, los fósiles recogidos en la escombrera de la cantera de Cueva Fantasma fueron limpiados e inventariados. Preparamos la memoria de excavación para la Junta de Castilla y León. El investigador Jan van der Made estudió los restos esqueléticos, poco numerosos, pero con abundancia de elementos completos. Al parecer, los taxones determinados en Cueva Fantasma sugerían dos edades: segunda mitad del Pleistoceno medio y todo el Pleistoceno superior.

La campaña de excavación de 2017 ha permitido observar la morfología del conducto kárstico. La limpieza contó con la colaboración de un reducido grupo de personas, entre ellos los directores de los yacimientos de Trinchera del Ferrocarril, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, y gracias a su trabajo ha sido posible valorar el grado de afectación de los rellenos de la cavidad por los trabajos de extracción de caliza de la cantera de Cueva Fantasma.

De cantera a yacimiento arqueológico

Mi sensación personal sobre Cueva Fantasma es que estas operaciones de campo del EIA señalan un nuevo ámbito de trabajo de campo. Se trata de la exploración arquepaleontológica de las canteras de la sierra de Atapuerca, lo que constituye un nuevo paradigma de trabajo. Emiliano Aguirre ya hablaba del potencial de la Sierra para acoger proyectos de excavación e investigación durante decenios. Estos primeros 40 años se han dedicado a trabajar los depósitos más visibles de Trinchera del Ferrocarril y del sistema Cueva Mayor. Cueva Fantasma apunta a lo que queda por hacer en las laderas de la Sierra.

La cantera de Cueva Fantasma no afectó de manera muy significativa a los rellenos pleistocenos de la cavidad. Esta explotación industrial, activa al parecer hasta mediados de los años 70 del siglo pasado, aprovechó la discontinuidad litológica entre sedimentos y la roca de la cavidad para favorecer la extracción de caliza. En cuanto encontraron el sedimento dejaron de excavar, levantaron el plano horizontal de extracción y avanzaron ladera hacia arriba.

El conducto desenterrado tiene una sección transversal con una anchura superior a los 20 metros. Su eje longitudinal sugiere su procedencia del sistema de Cueva Mayor, pero separado de éste por la incisión cuaternaria del valle de la Propiedad. Las investigaciones dedicadas a la caracterización del sistema kárstico indican que los rellenos de Trinchera eran una manifestación parcial de una pequeña parte del segundo piso del karst. La exploración arqueopaleontológica del primer y tercer piso en Trinchera del Ferrocarril permanecía como un objetivo de futuro, abierto ahora con la limpieza de la cantera de la cueva de Fantasma.

Desde el punto de vista arqueopalentologico, el primer piso del karst resulta el más interesante ya que los datos de un reciente sondeo demuestran que los sedimentos se produjeron entre el pleistoceno medio y el superior.

La zona de las canteras, en la cabecera del valle de la Propiedad, puede ser una buena candidata para explorar y encontrar bocas de entrada de la primera mitad de Pleistoceno inferior. Como ha ocurrido en cueva Fantasma, estos puntos de entrada de sedimentos de la vertiente están quizás tapados por los cascotes de las múltiples canteras que hay en este sector de la sierra de Atapuerca.

Los rellenos de cueva Fantasma son muy ricos en restos arqueopaleontológicos. La estratigrafía de la parte superior del relleno, en el centro de la cantera, contiene sedimentos finos estratificados con muchos fósiles. Se trata posiblemente de un complejo de charcas estratificadas, un escenario que podría describirse -como uno de los capítulos del famoso libro de L. R. Binford, En busca del pasado- como “Vida y muerte en la charca”.

Cueva Fantasma tiene una gran boca de entrada fuera de la cantera. Es la primera cavidad de Trinchera del Ferrocarril en la que se puede observar cómo era el acceso desde la vertiente a los conductos del karst de la sierra. Esta boca ha sido localizada y limpiada de vegetación. Cerca de la entrada hemos encontrado cuchillos de sílex de factura musteriense y los restos de fauna son del Pleistoceno superior. Estos restos de industria lítica y fauna tienen 4 metros de sedimentos por encima, rellenan la boca de entrada al conducto y quizás puedan contener algún nivel con restos del final del Paleolítico medio o del Paleolítico superior. Lo veremos en las próximas campañas.