Nuestra especie salió de África antes de lo que se creía


Los yacimientos de la sierra de Atapuerca cuentan con un rico registro de fósiles humanos de cronologías muy antiguas, de especies humanas que vivieron antes del Homo sapiens. Por este motivo, hay que alejarse de tierras burgalesas para poder rastrear a los primeros representantes de nuestra especie, también denominados cromañones.

Sabemos que el Homo sapiens es una especie africana en origen, ya que, hasta hace poco, la evidencia fósil más antigua procedía de las riberas del río Omo-Kibish, en Etiopía, con una antigüedad de alrededor de 195 mil años. Esta especie se expandió posteriormente por el resto del continente africano, tal como atestiguan los fósiles hallados en Herto (Etiopía, 160 mil años de antigüedad), Singa (Sudán, 150 mil años), Mumba (Tanzania, 130mil años) y los niveles inferiores del yacimiento de Klasies River Mouth (Sudáfrica, 120 mil años).

Este escenario se complicó en 2017 cuando se publicaron en la revista Naturerestos fósiles humanos en Marruecos, en el yacimiento de Jebel Irhoud, con una cronología muy antigua, estimada en torno a los 300 mil años. Estos fósiles, considerados formas primitivas de Homo sapiens, se postularon entonces como los más antiguos de nuestro linaje recuperados hasta la fecha. Hasta hace escasas semanas, no había ningún dato que evidenciara la presencia de nuestra especie fuera de África hasta hace entre 90 mil y 120 mil años. Es decir, durante más de cien mil años, aparentemente, la historia de los cromañones se vio restringida exclusivamente al continente africano. Para encontrar los fósiles de humanos modernos más antiguos fuera de África debíamos desplazarnos a Israel, a las cuevas de Es Skhul (en el Monte Carmelo, próximo a la ciudad de Haifa) y Jebel Qafzeh (en el Monte del Precipicio en Nazaret). El Monte Carmelo, igual que le ocurre a la sierra de Atapuerca, cuenta con diversas cavidades con rellenos fosilíferos dé diferentes cronologías.

Como habitualmente ocurre en Prehistoria, los nuevos descubrimientos requieren a menudo reescribir aquello que pensábamos que sabíamos. Recientemente, en la cueva de Misliya enclavada en el mismo Monte Carmelo, ha aparecido un fragmento de maxilar izquierdo que conserva las piezas dentales, desde los incisivos hasta los molares. Para establecer a qué especie humana perteneció este espécimen, los antropólogos realizaron análisis métricos del hueso y dientes, así como análisis de forma y tamaño utilizando la reconstrucción virtual del fósil mediante técnicas de microtomografía computarizada (mCT). La comparación de este fósil con especímenes fósiles africanos y europeos (incluidos los de Atapuerca), así como con poblaciones actuales, pone de manifiesto que el maxilar de Misliya pertenece inequívocamente a un Homo sapiens. Lo asombroso del descubrimiento es la cronología establecida para este fósil (mediante diferentes técnicas de datación): entre 177 mil y 194 mil años. Este nuevo hallazgo ha visto la luz en la prestigiosa revista científica Science.

En el estudio, encabezado por Israel Hershkovitz de la Universidad de Tel Aviv (Israel) han participado los miembros del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) Rolf Quam, Juan Luis Arsuaga María Martinón Torres, José María Bermúdez de Castro, Laura Martín Francés, Laura Rodríguez, Rebeca García, Carlos Lorenzo y José Miguel Carretero.

Este descubrimiento envejece la salida del Homo sapiens fuera de África varios milenios y señala estos fósiles como los más antiguos de nuestra especie fuera del continente africano. Este hallazgo cambia el modelo sobre la dispersión ¡temprana de nuestra especie y es consistente con los estudios genéticos, que sugerían la posibilidad de una dispersión de los cromañones hace, al menos, 220 mil años. El maxilar de Misliya está asociado con restos consumidos de animales como uros, gamos persas y gacelas. Se han encontrado estructuras de combustión que evidencian un uso controlado del fuego, y las piezas de industria lítica asociadas al fósil humano ponen de manifiesto que esta población empleaba sofisticadas técnicas de talla similares a las encontradas con los primeros humanos modernos en África. Mientras que en el caso de Es Skhul y Jebel Qafzeh se recuperaron junto a los esqueletos objetos de adorno personal como conchas marinas perforadas y ¡teñidas con ocre rojo, en el caso de la cueva de Misliya no se han recuperado(hasta la fecha) objetos que indiquen que estos pioneros Homo sapiens fuera de África tuviesen un comportamiento funerario complejo con uso de objetos simbólicos. El rastro de Homo sapiens fuera de África desaparece sin más tras los yacimientos de Es Skhul y Jebel Qafzeh: la región del Cercano Oriente pasó a ser inmediatamente ocupada por los neandertales y ya no vuelven a encontrarse rastros fósiles de Homo sapiens en la zona cuya antigüedad pase de los 55 mil años. De momento esto es, a grandes rasgos, lo que sabemos de los devenires de nuestros ancestros más directos, hasta que nuevos hallazgos e investigaciones cambien lo que sabemos de nuestro pasado.