Nuevas dataciones en la base de la Gran Dolina


Por Mathieu Duval / CENIEH

Los sedimentos que rellenan las cuevas pueden contener vestigios de las poblaciones que habitaron ese lugar en tiempos remotos. En algunas ocasiones, esto no sucede, y llamamos a estos depósitos estériles. No obstante, estas unidades, vacías de contenido arqueológico, son objeto de estudio ya que nos ayudan a comprender las dinámicas geológicas que afectan a las cavidades y, por tanto, nos ayudan a interpretar los procesos de formación de los yacimientos. Esto es lo que ha ocurrido en los niveles más antiguos de la Gran Dolina (sierra de Atapuerca).

Este yacimiento es mundialmente conocido por los hallazgos realizados en las unidades TD4, TD6 o TD10 que contienen abundantes materiales paleontológicos y arqueológicos. En 2014 se abrió en la base del yacimiento una sección que permitió visualizar los sedimentos que rellenaron su base, mucho antes de que Homo antecessor ocupase la sierra. Esta labor permitió poner a la luz una sucesión de casi 9 metros de depósitos arenosos y arcillosos, ofreciendo nuevas perspectivas de estudio para mejorar nuestro conocimiento sobre la formación de las cuevas de la sierra de Atapuerca y el inicio del relleno sedimentario en Gran Dolina.

En un artículo publicado recientemente en Quaternary Geochronology, presentamos nuevas dataciones numéricas de TD1. Para ello, empleamos una combinación de métodos aplicados a granos de cuarzo: la resonancia paramagnética electrónica (más conocida por su acrónimo ingles ESR) y la TT-OSL (thermally-transferred OSL), una técnica derivada de la luminiscencia estimulada ópticamente (OSL). Los niveles datados, de más antiguo a más moderno en TD1, van de 1,3 a 1,0 millones de años (Ma), confirmando la presencia del evento magnético Jaramillo en el techo de TD1, evento de polaridad normal bien datado entre 1,07-0,99 Ma.

A partir de correlaciones con eventos magnéticos conocidos, podemos inferir una fecha mínima de aproximadamente 1,4 Ma para la base del relleno sedimentario de Gran Dolina. Esto implica que la formación del nivel intermedio del karst de Atapuerca, al cual pertenecen otras cavidades como Sima del Elefante y Galería, fue anterior a 1,4 Ma.

Por otro lado, si subimos en la secuencia estratigráfica, podemos inferir una fecha de 0,88 Ma para el techo de TD2, indicando que la apertura de la cueva hacia el exterior es posterior a 0,9 Ma. Esto significa que el conjunto TD4-TD6 se depositó probablemente en un intervalo de tiempo muy corto entre 0,78 y 0,88 Ma, es decir, en menos de 100.000 años. En otras palabras, TD4 y TD6, niveles con evidencia directa e indirecta de presencia humana (incluidos restos de Homo antecessor), resultan de una sedimentación relativamente rápida.

Estas nuevas dataciones permiten demostrar también que los sedimentos de TD1-2, por lo menos los datados, no proceden del interior de la cueva como se pensaba hasta ahora, por ejemplo, procedentes de la disolución de la caliza o bien de la resedimentación de depósitos ya presentes en otros niveles kársticos más antiguos, sino que los granos de cuarzo vienen directamente del exterior, arrastrados por un río hacia el interior de la cavidad. Además, la buena coherencia entre las dataciones numéricas con el paleomagnetismo indica un tiempo y una distancia de transporte dentro de la cueva relativamente limitado.

Referencia:

Duval M., et al., 2022. New chronological constraints for the lowermost stratigraphic unit of Atapuerca Gran Dolina (Burgos, N Spain). Quaternary Geochronology, 101292. DOI: https://doi.org/10.1016/j.quageo.2022.101292