La mujer en el ámbito de la ciencia y la tecnología


Por Caterina Biscari / directora del Sincrotrón ALBA

Acabamos de celebrar otro 8 de marzo en el que se ha vuelto a reivindicar la necesidad de establecer condiciones de igualdad entre hombres y mujeres en los entornos de trabajo. El ámbito de la investigación no es una excepción. Y, aunque en España la situación de la mujer es mejor que en otros países europeos, todavía nos queda camino por recorrer.

En el mundo de los aceleradores de partículas y de las infraestructuras de investigación, donde he desarrollado mi experiencia profesional, España es uno de los pocos países donde una mujer dirige una gran instalación científica. Como es bien sabido, el acceso a las universidades es bastante equilibrado (55% mujeres y 45% hombres[1]) pero, a medida que avanza la carrera investigadora, tiene lugar una drástica disminución de la presencia de mujeres en los puestos de mayor responsabilidad. En Europa, solo el 26% de los puestos académicos de mayor rango son mujeres. Si filtramos por disciplinas históricamente masculinas, los porcentajes son aún más bajos (22% ciencias naturales o 18% ingeniería). No llega al 24% las universidades o instituciones de investigación europeas dirigidas por mujeres[2].

Los factores son múltiples y complejos. La mayor responsabilidad que todavía nuestra sociedad otorga a las mujeres en el ámbito de los cuidados y tareas domésticas es probablemente uno de los principales escollos.

Desde pequeñas, a las niñas todavía se les inculca valores “femeninos” compatibles con el cuidado, la solidaridad, la preocupación por los demás. Y se ven alejadas del “egoísmo” que supone escoger una profesión científica por el simple placer o diversión de conocer. Reivindicando el derecho de elegir el camino que más nos interesa, es además evidente que el cuidado del planeta necesita de soluciones científicas.

Los ambiciosos retos a los que nuestra sociedad se enfrenta, como los de la salud, el envejecimiento de la población, el cambio climático, la producción sostenible de energía, la escasez de agua potable, se resuelven con el método científico. Y la ciencia necesita también esta mirada “femenina” ya que abordar los problemas desde un único lado aporta menos diversidad y riqueza en sus conclusiones.

Una joven que emprende estudios científicos ha roto ya una barrera, la de alejarse del futuro que la mayoría de la sociedad espera de ella. Y luego durante su vida deberá romper otras. Barreras que se comparten en todos los ámbitos laborales: la compatibilidad con la vida familiar, la necesidad de demostrar sus capacidades constantemente, la dificultad de romper el techo de cristal.

El cuidado de la casa, de los niños, de la familia, de las personas dependientes, debe recaer en parte en los servicios sociales, en parte ser ayudado por la tecnología y finalmente deben repartirse las tareas independientemente del género. Es necesario que todos, empezando por las mujeres, entendamos que el género no excluye a ninguna mujer de ninguna actividad; lo mismo sucede con los hombres, que están totalmente capacitados en tomarse responsabilidades en el cuidado de la casa y de la familia. Y debería verse como una situación natural que un hombre se quede en casa cuidando de sus hijos mientras su compañera retorna a su lugar de trabajo. A la espera del momento en que el hecho de que una mujer sea directora de una infraestructura científica no sea noticia por su género sino por sus capacidades.

[1] Datos del curso académico 2018-2019 del informe de la Secretaría de Universidades e Investigación del Departamento de Conocimiento y Empresa de la Generalitat de Cataluña, extraídos del informe Dones i Ciència a Barcelona: https://bcnroc.ajuntament.barcelona.cat/jspui/handle/11703/124332