Entrevista a Eudald Carbonell

“El trabajo de campo me encanta, es mi vida. Y algo que te encanta, aunque sea muy duro, lo haces con agrado”


Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y codirector de los yacimientos de Atapuerca, codirige junto con Bienvenido Martínez-Navarro, profesor de investigación ICREA, y con Tsegai Medin, investigador posdoctoral de la Fundación Atapuerca, las excavaciones en la cuenca de Engel Ela-Ramud, en Eritrea. Allí han hallado restos de fauna e industria de alrededor de 1,5 millones de años, y es probable que encuentren restos más antiguos. El proyecto, de carácter científico y social, se lleva a cabo con una aportación económica de la Fundación Palarq que gestiona la Fundación Atapuerca.

Lleváis desde 2012 excavando anualmente en esta zona. ¿Cómo ha sido la evolución en estos años?

Ha cambiado mucho. Empezamos con muy pocos recursos y básicamente sin campamento, durmiendo en el suelo, sin tiendas de campaña, en condiciones realmente muy extremas. Por ello, y por el calor, las campañas eran muy cortas. Esto ha ido evolucionando. En los dos últimos años se ha montado un pequeño campamento que nos permite tener una tienda donde dejar las cosas, y un toldo para tener mesas y sillas. También tenemos cuatro todoterrenos y trabajamos con camellos. O sea, que ya tenemos una infraestructura mínima, que nos permite hacer una campaña en condiciones, gracias a nuestro amigo Antonio Gallardo, presidente de la Fundación Palarq, que ha financiado este proyecto a través de la Fundación Atapuerca.

¿Qué habría pasado sin esa financiación?

Tuvimos en una ocasión financiación del Ministerio, pero se acabó. Seguramente, sin la financiación de Palarq este proyecto se hubiera tenido que interrumpir, como ocurre con tantos proyectos científicos en España.

¿Habéis alcanzado los objetivos propuestos para esta campaña?

El objetivo de esta campaña era buscar yacimientos que estuviesen in situ. Hemos encontrado un yacimiento achelense muy interesante. Hemos excavado entre 7 y 8 metros cuadros y hemos encontrado fauna e industria que probablemente tiene más de 1,5 millones de años. Le hemos llamado el Luga Badhi II Gallardo. Luga Badhi es “salida del lobo” en eritreo, y Gallardo es obviamente por Antonio Gallardo, porque sin su apoyo este proyecto no sería posible.

La región donde excaváis se encuentra a 400 kilómetros de Hadar, en Etiopía, donde Donald Johanson encontró en 1974 los restos de Lucy. ¿Creéis que podéis superar este hallazgo en Engel Ela-Ramud?

Todavía no podemos determinar si en la zona que estamos hay restos tan antiguos como Lucy. De momento, lo que hemos encontrado son restos de fauna e industria de alrededor de 1,5 millones de años. Puede que haya algo más antiguo, de unos 2 millones de años, y hay algunos restos faunísticos que indican edades pliocénicas, pero aún hace falta acabar las dataciones. De hecho, este año ha acudido a las excavaciones Davinia Moreno, investigadora del CENIEH, para tomar muestras a las que aplicar la técnica de datación ESR. También tenemos los resultados de la datación por paleomagnetismo que ha realizado el Oriol Oms, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y están en marcha los análisis de núcleos cosmogénicos. Así que probablemente en este año tendremos datos cronológicos ajustados de estos yacimientos.

En la expedición no os dedicáis únicamente a la excavación. También colaboráis con la población local en el estudio de la ubicación de pozos de agua y de la potabilidad de la misma.

Conviene recalcar que este es un proyecto científico pero también social, por lo que llevamos a cabo una labor de cooperación. Intentamos que la población local tenga pozos con agua limpia, y también les vamos a facilitar hornos solares para que no tengan que quemar la escasa madera existente. Este año hemos hecho una instalación con filtros de carbón para limpiar el agua, y la hemos dejado allí para que la puedan utilizar hasta que se agote. La idea, no obstante, es lograr algo más ambicioso y que llevaremos a cabo en años próximos: hacer salidas con tuberías desde los pozos y colocar un depósito para después poder tratar el agua. El objetivo es que los niños no mueran debido a la mala calidad del agua.

Parece que estáis muy interesados en mejorar la vida de la población local. ¿Tenéis mucha relación con ellos?

Tenemos mucha relación, sobre todo con el líder espiritual y político, uno de los patriarcas del clan de este grupo, el jefe Habona. También tenemos mucha relación con Hossiem Omer Mohammed, que es la mano derecha del propio Habona. Estamos muy bien integrados. De hecho, nos intentamos mimetizar con el entorno social. Nos vestimos como ellos, intentamos ser como ellos, aprendemos a cargar camellos como ellos… Todo esto hace que tengamos muy buena relación.

La depresión de Danakil ha sido catalogada por National Geographic como “uno de los lugares más crueles de la Tierra”. Su temperatura máxima diaria a lo largo del año oscila entre los 35 y los 60 grados centígrados. No hay agua corriente, es una zona de conflicto territorial… ¿Cómo se trabaja en estas condiciones?

Es difícil, y es duro. Reconozco que son las excavaciones más duras que he hecho. En algunas campañas hemos estado a más de 50 grados centígrados, y te achicharras vivo. No hay agua corriente y es una zona de frontera, por lo que tenemos que estar bajo la protección del ejército eritreo.

Así que cuando estáis allí echáis de menos las excavaciones en España…

Las excavaciones en España no tienen nada que ver, son un lujo urbanita. Pero a mí me encanta aquello, el trabajo de campo es mi vida. Y algo que te encanta, aunque sea muy duro, lo haces con agrado.