El primate de Atapuerca


Un repaso a mi trayectoria vital y profesional indica que, de una manera u otra, siempre he estado ligado –y lo seguiré estando– al Proyecto Atapuerca. Viajemos al principio.

Las lecturas de Darwin, la familia Leakey, Jane Goodall y Jordi Sabater Pi pronto calaron hondo en este primate. Lo tenía muy claro: quería dedicarme al estudio de los orígenes, evolución y comportamiento de la humanidad. Así, nada más iniciar la carrera en la Universidad de Barcelona, profundicé en las maravillas de Atapuerca. Había aterrizado en el “Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP)”, dirigido por Josep Maria Fullola Pericot, y en las clases de Evolución Humana de Daniel Turbón y Alejandro Pérez-Pérez las noticias procedentes de la Sima de los Huesos (sierra de Atapuerca) eran motivo de debate. Claro que mis sueños permanecían fijados en África. El objetivo era horadar aquellas tierras del Valle del Rift en pos de homínidos fósiles; aunque antes debía formarme no solo en lo teórico sino –como le dice Indiana Jones a uno de sus alumnos– también en la vertiente práctica: el trabajo de campo.

El verano de 1989 fui aceptado como grumete en dos excavaciones arqueológicas: la Cova dels Colls (Priorat, Tarragona) y el Abric Romaní (Capellades, Barcelona). En el segundo yacimiento conocí a dos maestros y amigos: Eudald Carbonell y Robert Sala. Ambos me hablaron de sus aventuras en la Trinchera del Ferrocarril, en Ibeas de Juarros. Y la suerte del novato hizo que apareciese por allí «la Voz de Atapuerca»: el profesor Emiliano Aguirre. Tuve el privilegio de excavar a su lado. Emiliano y Eudald iniciaron al padowan (aprendiz)en los secretos de Atapuerca.

Una vez licenciado debía volar y pasé un par de años en Francia; concretamente en el “Centre Européen de Recherches Préhistoriques” de Tautavel. Hablo de principios de los noventa. Inscrito en el DEA “Géologie, Paléontologie Humaine et Préhistoire”, estudié junto a un burgalés con el que compartí vivienda y escaso presupuesto: Manuel Luque. Hábil tallador lítico, me reveló un proyecto pedagógico que tenía en mente y que acabó traduciéndose en el germen de lo que hoy es el CAREX (Centro de Arqueología Experimental de Atapuerca).

Abandoné territorio galo para hacer realidad el ansiado sueño: trabajar en el continente africano en varios proyectos arqueológicos, antropológicos y primatológicos. Mientras, de la Sima de los Huesos (sierra de Atapuerca) no dejaban de aflorar tesoros, y en 1994 se anunciaba el hallazgo de los vestigios de Homo antecessor en Gran Dolina. Poco antes, un grupo de jóvenes frikis del pasado habíamos fundado el equipo de investigación interdisciplinar “HOMINID Grupo de Orígenes Humanos (Parque Científico de Barcelona-Universidad de Barcelona)”. Junto a John Desmond Clark, Joan Oró, Jordi Sabater Pi y Phillip V. Tobias, el siempre entusiasta Emiliano Aguirre aceptó la presidencia honorífica, y sus herederos –Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell– se unieron al comité científico.

Otro sueño, colaborar en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona –mi museo favorito desde la infancia–, digamos que fue posible gracias a Atapuerca. El año 2002 acogió una magnífica exposición sobre los yacimientos de la sierra burgalesa –con la exhibición de fósiles originales– y, dado que el museo necesitaba un asesor en temas de evolución humana, acudí encantado a la propuesta de enrolamiento. Recientemente invitamos a Rosa Huguet para hablar de los nuevos fósiles de la Sima del Elefante. También mi vínculo con el Museo de la Ciencia/CosmoCaixa ha hecho que, con la inestimable ayuda de la Fundación Atapuerca, haya recurrido varias veces al concurso de los tres actuales codirectores: Juan Luis, José María y Eudald.

Como docente de la Universidad Oberta de Catalunya, en el grado de Antropología y Evolución Humana, comparto asignaturas con varios profesores y profesoras de la Universidad Rovira Virgili, adscritos al Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), y que investigan en Atapuerca. En mis libros y artículos, la Sierra es un referente. Y no quiero olvidarme de lo más importante, la presencia física sobre el terreno: el Museo de la Evolución Humana de Burgos (MEH), el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el CAREX, pero, sobre todo, los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril de la sierra de Atapuerca. Tengo la suerte de visitaros con asiduidad y más suerte de recibir el caluroso recibimiento de una familia homínida extraordinaria cuya lista de nombres es larguísima. Gracias a todas y a todos. Nos vemos.