La evolución en las técnicas de excavación


Las dificultades descritas por el arqueólogo francés, François Bordes, para el registro preciso de las paleosuperficies no dejan margen para estudiar la mayoría de las acumulaciones culturales en las que la primera dificultad es, precisamente, delimitar lo que pueda ser una paleosuperficie. Nadie duda hoy de las limitaciones, en términos de metodología de campo, a las que se enfrentan los arqueólogos que estudian el Pleistoceno para una correcta determinación de estos elementos. Esto es importante, sin duda y sin objeción, ya que de ese dato dependerá la asociación cultural, y de ella toda la interpretación paleo-eco-social de cada uno de los momentos (paleosuperficies) identificados (en estratigrafía o en arqueoestratigrafía). No es insignificante que uno de los elementos clave de la arqueología social sea, precisamente, la posición que ocupa cada uno de los elementos (objetos arqueológicos) que conforman el “tiempo y el espacio cultural” en estudio.

La recurrencia se ha convertido en el concepto principal, en aquello que es arqueológicamente y culturalmente significativo, que permite agrupar las formas y los hechos de un modo específico de organizar y disponer el espacio social. Ha sido y es una forma de trascender los límites impuestos por la estrechez de las paleosuperficies.

Garantizar la ubicación de las cosas

Técnicamente, en el campo y en términos de arqueología del Pleistoceno, la delimitación de paleosuperficies resulta casi imposible de realizar. Las alteraciones y variaciones laterales de los sedimentos borran, cambian, transforman y alteran los sedimentos que forman la materia en la que se sustenta el registro cultural. Quizás por eso, la metodología de campo evolucionó hacia métodos de registro que garantizasen la ubicación de las cosas, el único modo de entender sus relaciones contextuales.

El objetivo fue, a partir de los años 1980, mejorar, perfeccionar y universalizar las metodologías derivadas de la topografía para un registro justo de los objetos arqueológicos. Las coordenadas XYZ fueron y son el dato incuestionable de la posición y relación de los objetos entre ellos y las estructuras (latentes o evidentes). Las paleosuperficies pueden variar, pueden ser reinterpretadas, pero la posición de los objetos nunca será alterada.

Para coordinar todos y cada uno de los restos culturales del yacimiento en cada uno de los estratos, capas, niveles o acumulaciones era necesario dotarse de medios técnicos que permitieran agilizar el proceso, sistematizarlo, objetivizarlo, informatizarlo y mecanizarlo. En el año 2000 nace, en el contexto del trabajo de campo de los yacimientos arqueopaleontológicos de la sierra de Atapuerca, y centrado en la Gran Dolina, el proyecto 3-COOR. Las excavaciones sistemáticas en una superficie de más de 120m2, con una acumulación ingente de restos culturales, no era posible sin medios de registro ágiles, a no ser que se renunciara al acelerón (metodológico y tecnológico) necesario para excavar una secuencia sedimentaria como la de la Gran Dolina.

La tecnología al servicio de la arqueología

La colaboración entre el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), la Fundación Atapuerca y el socio tecnológico IBM fue clave para lograr la realización de un sistema inalámbrico que permitiera remplazar el clásico cuaderno de campo en el que se anotaban, no siempre de forma sistemática, los datos de los objetos arqueológicos descubiertos. Al final de esta primera fase, la incorporación del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) en 2008 dio paso al proyecto ARCH·e system, el cual incorporó nuevas tecnologías y el uso de la estación total robótica como modo de obtención de las coordenadas XYZ de los objetos. Excavar sin la estrechez de la cuadrícula ya era una realidad. En esta fase se incorpora al proyecto la empresa AL-TOP para integrar las tecnologías TRIMBLE en la adquisición de datos topográficos.

Hoy, los yacimientos de la sierra de Atapuerca, así como otros yacimientos europeos, disponen de la mejor tecnología para garantizar que el registro de datos sea fácil, seguro, justo e imperecedero. El sistema ARCH·e system, fiel a su origen, progresa hacia nuevos retos tecnológicos que ayudarán, sin duda, a mejorar y plantear nuevos retos metodológicos, garantizando la mejor y más fácil captación y registro de datos en yacimientos pleistocenos (y de cualquier otra cronología), en cueva o al aire libre (sin cuadrícula, sin límites).

Antoni Canals -EIA