El georradar descubre el interior de las cuevas de la Trinchera


Por Lucía Bermejo Albarrán / CENIEH-UBU

Los métodos de prospección geofísica se basan en magnitudes físicas para conocer las características del subsuelo. En los yacimientos de Atapuerca se habían realizado algunas medidas mediante métodos magnéticos, gravimétricos y eléctricos, apuntando el potencial de la geofísica en la localización de huecos y de la estructura geológica en general.

El georradar es un método no invasivo muy empleado en la arqueología porque permite cubrir grandes extensiones de terreno, gracias a su rápida y fácil aplicación, así como descubrir estructuras enterradas a distintas profundidades. Popularmente conocido como “GPR” (por su acrónimo en inglés), la técnica consiste en medir el tiempo transcurrido desde que se generan las ondas de radar hasta que la energía es reflejada por un cambio en el subsuelo y se registra de nuevo en la superficie.

La estratigrafía de las cuevas seccionadas por la construcción del ferrocarril minero ha sido objeto de numerosos estudios, pero aún se desconocía su extensión bajo la superficie de la Trinchera, donde se encuentra la base de las cuevas. Ahora, un equipo internacional formado por miembros del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y de la Universidad de Denver (Estados Unidos) ha utilizado un georradar para descubrirlo. Este trabajo forma parte de la tesis de Lucía Bermejo, dirigida por Ana Isabel Ortega y Josep María Parés.

Tradicionalmente, el GPR suele descartarse en el estudio de cavidades porque los sedimentos arcillosos que las rellenan, al ser muy conductivos, atenúan la señal del radar limitando su capacidad de penetración. Esta característica ha servido, no obstante, para analizar la parte inferior de estas cuevas y diferenciar con claridad las paredes de los conductos, de los sedimentos que las rellenan. Para determinar la profundidad de estos sedimentos, se han realizado dos sondeos mecánicos con recuperación de testigo, que han identificado 17 metros de rellenos terrígenos en el yacimiento de Galería y 10 en el de Gran Dolina. Además, esta investigación ha permitido distinguir diferentes tipos de sedimentos gracias a que los menos arcillosos no atenúan la señal GPR. De esta manera, se ha podido identificar un posible conducto relleno de sedimentos fluviales que conectaría el nivel inferior de Cueva Peluda con la parte inferior de la Sima del Elefante.

Por otro lado, la información aportada por el georradar y las fotografías históricas han permitido determinar la extensión del impacto de la actividad minera que tuvo lugar en la Trinchera hasta los años 70 del siglo XX. Esta actividad fue especialmente intensa entre la Cueva del Compresor y Gran Dolina y generó unos rellenos de escombros que alcanzan hasta cuatro metros de potencia en las áreas de mayor impacto. Todos estos datos ayudarán a planificar de manera óptima las estrategias de futuras excavaciones, ya que con este estudio se han podido identificar las zonas mejor conservadas.

Referencia:

Bermejo, L., et al. 2020. Karst features interpretation using ground-penetrating radar: A case study from the Sierra de Atapuerca, Spain. Geomorphology 367, 107311. DOI: https://doi.org/10.1016/j.geomorph.2020.107311