La cara hueca


Por Elena Santos / Equipo de Investigación de Atapuerca

Los huesos de la cara alrededor de la nariz contienen unos espacios huecos (cavidades) denominados senos paranasales. Existen cuatro grupos de senos paranasales: maxilar, etmoidal, frontal y esfenoidal. Los huesos paranasales han sido de interés para los anatomistas desde hace más de un milenio. Aunque se han estudiado durante mucho tiempo, su función, su origen y sus variaciones anatómicas durante la evolución humana siguen siendo muy poco conocidos. Se han propuesto muchas hipótesis y muy variadas: ¿el desarrollo de los senos frontales tiene que ver con el desarrollo del toro supraorbitario en cada especie?, ¿con la biomecánica de la masticación y la disipación de esfuerzos (alimentación)?, ¿con el aislamiento (térmico) del cerebro del frío exterior en ambientes árticos? …

Un equipo internacional liderado por Antoine Balzeau del Centro Nacional para la Investigación Científica y el Museo Natural de Historia Natural (CNRS/MNHN, París, Francia)), en el que participan los investigadores del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA): Juan Luis Arsuaga (Universidad Complutense de Madrid, UCM), José María Bermúdez de Castro (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH), María Martinón - Torres (CENIEH) y Elena Santos (Fundación Atapuerca / UCM / Universidad Alcalá de Henares – UAH / CENIEH), han investigado los senos frontales en casi todas las especies de la evolución humana utilizando imágenes de tomografía axial computarizada. Gracias a esta técnica se ha estudiado la posición, la forma y el tamaño de estos senos en la mayoría de las especies de homínidos en tres dimensiones.

En paleoantropología, nunca un estudio se ha centrado en tantos fósiles y en tantas especies: se ha examinado casi todo el registro fósil disponible. La enorme cantidad de información publicada en el artículo (537 ejemplares) es un filón para futuros estudios de la neumatización frontal. Se han estudiado 94 homínidos fósiles, entre ellos varios ejemplares de Atapuerca, como son los preneandertales de la Sima de los Huesos y Homo antecessor de Gran Dolina. Además casi 350 individuos de Homo sapiens actuales de diferentes zonas geográficas, así como chimpancés, bonobos y gorilas.

Como resultado de nuestra investigación vemos que, en los grandes simios, así como en las primeras especies del linaje humano, el tamaño de los senos frontales está correlacionado con el tamaño del cráneo y con los relieves óseos situados por encima de las órbitas. En cambio, a partir de Homo erectus, el tamaño y la forma de estos senos es muy variable.

Los resultados invalidan varias hipótesis. Así, los senos frontales de neandertales no son los más grandes, y probablemente no son el resultado de adaptación a un clima frío. El desarrollo de los senos frontales en las diferentes especies humanas no está condicionado por limitaciones biomecánicas derivadas de la masticación o de la adaptación al clima.

En el estudio se analizan todas estas alternativas, se descartan algunas y se abren otras posibilidades. Entre las conclusiones hay una muy interesante. La forma de los senos frontales y la del lóbulo frontal del cerebro están relacionadas a partir de Homo erectus.

Referencia:

Balzeau A., et al., 2022. Frontal sinuses and human evolution. Balzeau et al. Science Advances. Vol 8, Issue 42. DOI: https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.abp9767