Hablan los huesos de Atapuerca


Por Luz Rey del Castillo

El pasado mes de octubre, Luz Rey Castillo realizó una visita al Museo de la Evolución Humana y posteriormente a los Yacimientos de la sierra de Atapuerca y al Centro de Arqueología Experimental (CAREX), de la mano de la monitora arqueológica de la Fundación Atapuerca, Rosana Diez Mena. Esta visita inspiró a Luz a escribir el siguiente poema:

Hablan los huesos de Atapuerca

De la piel, frontera con el mundo,

Con el paso de los años, nada queda.

Sólo los huesos, con su sólida dureza,

Dejan huella de este vivir absurdo.

De las caricias que una mano

Única en su estriada geografía

Dejaron en otro cuerpo que latía,

Huellas no busquéis, pues será en vano.

Pero sí con brutal fiereza

Esa mano hirió con golpe certero

Un frágil esqueleto, testigo duradero

Del daño sufrido será la certeza.

De los atardeceres que en unos ojos

Con su rojiza luz en sus pupilas brillaron

Ni brillo ni color busquéis, pues se marcharon

Y no quedan de ellos ni rastrojos.

Pero las asombradas cuencas

Que antaño cobijaron esos ojos,

Testigos con su forma de sus enojos,

Vendrán con los años a dar cuentas.

De aquellos labios que besaron,

Del sonrojo carnal que hubo en la boca,

No encontrará el que incrédulo toca

Ni rastro de lo que amaron.

Pero una ósea mandíbula rota

Con algún diente todavía incrustado

Hablará de los males pasados,

Dirá qué alimento alimentó esa boca.

Y si buscáis en ese lugar

Dónde un cuerpo nueva vida acoge

Nada queda de cálido goce

Que algún misterio pueda desvelar.

En cambio, la fría osamenta

De una pelvis con sus enormes huecos

Dice edad, sexo, secretos

Al que pregunta, el hueso cuenta.

Luz Rey del Castillo

Profesora de Física y Química, recién jubilada, del instituto Lázaro Cárdenas de Collado Villalba (Madrid).