Nuestras andanzas a través del confinamiento.

Una residencia universitaria desnaturalizada y en situación de disponibilidad


Por Miguel Ángel Millán Valtierra / Director de la Residencia Gil de Siloé (Burgos)

Durante estos tres meses y medio, desde la declaración del estado de alarma hasta la incorporación del equipo de Atapuerca el 1 de julio, la Residencia Gil de Siloé se ha mantenido activa y dispuesta para el alojamiento de personal facultativo y de colectivos relacionados con esta crítica situación. Ha sido una etapa de sortear miedos e incertidumbres, de compenetración en equipo y de poner en valor nuestro sentido solidario, haciendo posible mantener una línea de mejora de nuestras instalaciones. También tuvimos la oportunidad de prestar ayuda a centros con serias dificultades sanitarias y laborales, con nuestros cocineros Mari Carmen y Guillermo, con nuestro personal de servicios Belén y José Antonio, con nuestra ayudante de cocina Leticia, con nuestra gobernanta Isabel… Agradecemos su encomiable y generosa contribución, reconocida también por los centros de la Gerencia de Servicios Sociales con los que estuvieron colaborando. A todos ellos, nuestra sincera y leal gratitud.

Con el avance de las medidas de desescalada, llegaron los primeros contactos con los codirectores del equipo de Atapuerca, planteándonos la posibilidad de alojar a un grupo inferior a las cincuenta personas o, en su defecto, mantener al menos algunos de los laboratorios de campaña que han venido funcionando en años anteriores. Ante este reto, fuimos planteándonos la posibilidad de preparar el centro, dentro de las pautas que los técnicos de prevención y salud laboral nos iban marcando. Este conjunto de medidas nos resultaron inicialmente abrumadoras y requerían de un serio y compenetrado trabajo en equipo, asumiendo unos compromisos firmes, basados en un exigente nivel de higienización en cada uno de los servicios a prestar, guardando las pautas de distanciamiento y respetando una limitación de nuestro aforo general del 50%, equivalente a 52 personas. A su vez, hemos tenido que contar con suficientes EPIs, tanto para trabajadores como para usuarios, una vez que las distribuciones de estos se fueron normalizando.

Nuestra Dirección General del Instituto de la Juventud de Castilla y León también decidió mantener el ciclo de conferencias destinado a acercar las excavaciones de Atapuerca, con sus diversas líneas de investigación, a los jóvenes de Burgos y su entorno.

En estos momentos, en los que ya está superada la campaña, nos resulta en cierto modo casi lógico el desarrollo de la convivencia de este equipo científico multidisciplinar en las diferentes dependencias de la residencia. No solamente tenemos que resaltar la buena actitud y colaboración de todos los miembros del equipo, respetando las diferentes medidas implantadas como consecuencia de esta pandemia, sino que, además, se han llevado de manera responsable, sistemática y colaborativa.

Por tanto, en nombre del equipo que formamos la plantilla de esta residencia juvenil, queremos manifestar nuestro agradecimiento a los investigadores por facilitarnos la realización de las diferentes tareas y cometidos, con verdadera implicación y colaboración.